El caño de Sancti Petri

El caño de Sancti Petri es un canal poco profundo en la provincia de CádizAndalucía, suroeste de España. Su corriente de agua de mar, que fluye entre las localidades gaditanas de San Fernando (situada en una isla), Chiclana de la Frontera y Puerto Real (en la Península), separando a Chiclana y a Puerto Real del tómbolo arenoso donde se asientan Cádiz y San Fernando. Sobre él pasa el Puente Zuazo, símbolo de San Fernando y que une a la ciudad con el resto de la provincia.

Se ubica al norte de Chiclana de la Frontera y al este de San Fernando (Cádiz), antigua Isla de León, separando los términos de ambas localidades. Desde el caño de Sancti Petri se pueden avistar varios núcleos de población asentados en torno a él, como San FernandoChiclanaMedina SidoniaPuerto Real, etc. Por el tramo medio se encuentra la Isla del Vicario, perteneciente a San Fernando.

El actual territorio de la provincia de Cádiz es una de las «consecuencias» de la formación, durante el Mioceno, de la cordillera de los Alpes, lo que conllevó el cabalgamiento de los materiales más antiguos de la zona, que se superpusieron sobre los más modernos, mientras que las placas europea y africana se iban acercando paulatinamente cada vez más.

Es en esta época, por ejemplo, cuando el valle del Guadalquivir o el sur de la Península Ibérica empiezan a quedar progresivamente por encima del nivel del mar.

En lo que respecta al litoral gaditano, el origen de la bahía de Cádiz podría fecharse en torno al Mioceno superior, como resultado de una depresión tectónica que, durante el Plioceno y parte del Pleistoceno, quedó ocupado por un delta que configuró la, por entonces, línea de costa. La arena, la caliza y el conglomerado que allí se depositó dieron lugar a la típica piedra ostionera, con la que se construían y se adornan muchos de los edificios de la zona. Hace unos 20 000 años, este delta, debido al cambio del nivel del mar, fue hundiéndose hasta poco antes del Holoceno, a partir del cual comenzó a estabilizarse.

En los decenios posteriores al final de la subida del nivel del mar, debida al último calentamiento de los casquetes polares y que también provocó el alejamiento de la zona del continente, empezaron a depositarse arenas en el borde de aquella costa y las islas cercanas que, por entonces, surgieron en la bahía: las denominadas Gadeiras formadas por Cimbis, Erytheia y Kotinoussa, que, a lo largo de los siglos, evolucionaron en las actuales ciudades de Cádiz y San Fernando.

Los depósitos que fueron sedimentándose dieron lugar a los estuarios y las marismas que se asientan a las orillas del caño y que se han venido aprovechando a lo largo de los siglos como salinas.

Personajes de la antigüedad que visitaron Sancti Petri

El mayor atractivo del santuario no era otro que la función que desempeñaba. Se había convertido en centro onírico, donde se interpretaban los sueños. Famosa es la explicación que se le dio al sueño de Julio César. Otra característica del mismo fue que nació a partir de un oráculo, por lo que probablemente contara con un equipo de profetas y adivinos como los que había en el santuario de Tiro.

El templo adquirió gran importancia al considerarse custodio de las cenizas de Hércules. Este prestigio del templo hizo que fuera muy visitado durante la antigüedad, tanto por los navegantes y comerciantes como por los personajes más relevantes de la antigüedad, que pasaron por la ciudad de Gadir.

Entre los personajes de los que hay constancia que visitaron el templo están: Eforo de Cumas, Piteas, Aníbal y Sileno, invierno del 219-218 a.C., en la que el primero hizo una ofrenda de prisioneros procedentes de Sagunto, Magón, Quinto Fabio Máximo, Artemidoro de Éfeso, Poseidón de Apamea, Polibio sobre el 90 a.C.

Se cuenta, que al visitar el templo de Hércules, el general cartaginés Amílcar exigió a su hijo Aníbal, que entonces contaba nueve años de edad, que jurase en ese templo odio eterno a Roma.

Julio César lo visitó en varias ocasiones, como en el año 68 a.C., que ya siendo cuestor, es cuando la tradición cuenta que se lamentó ante la estatua de Alejandro Magno y entonces fue cuando le interpretaron su sueño de buenos augurios para su futuro. En el año 61 a.C. regresa a Gadir como gobernador emprendiendo acciones en Lusitania, implorando protección en el santuario de Hércules, donde regresa tras la batalla de Munda en 45 a.C.

Otros personajes del mundo romano que por allí pasaron fueron: Marco Terencio Varrón, Pomponio Mela, Silio Itálico, Apolonio de Tiana, Avieno, y personalidades del mundo de las ciencias y letras como Asclepíades de Mirlea.

El templo de Melkart

Sancti Petri y el naufragio del Fougueux

En la inmensidad del océano Atlántico, un simple botón ha dado la respuesta a una incógnita histórica. El botón 79, procedente de un uniforme francés del siglo XIX, ha permitido localizar, sin riesgo a equivocarse, el punto exacto donde descansan los restos del Fougueux (Fogoso), un navío francés que se hundió con medio millar de soldados tras haber participado en la histórica batalla de Trafalgar (1805). Es la primera vez que, de forma científica, se verifica el pecio de una embarcación protagonista de la celébre contienda.
La investigación, coronada con éxito por el Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía (CAS), con sede en Cádiz, tiene sus raíces en viejas creencias. Durante años se sospechó que un conjunto de cañones sumergidos frente a la playa de Camposoto, en San Fernando (Cádiz), pertenecían a un buque hundido en la batalla de Trafalgar, que enfrentó a una escuadra combinada de Francia y España contra la armada inglesa.
"Revisamos las fuentes documentales y descubrimos que el Fougueuxse había hundido en la zona", recuerda la arqueóloga Nuria Rodríguez. El Fougueux llevaba a bordo a más de 500 hombres. Había partido en agosto de Ferrol. Al llegar a Cádiz, se colocó en primera línea y no resistió los ataques de la armada británica, aunque logró sobrevivir. Por poco tiempo. Lo que no logró el enemigo, lo consiguió un gran temporal, que provocó el hundimiento de la mayoría de los 33 buques españoles y franceses. Al Fougueux trataron de remolcarlo sin éxito. Se hundió con su medio millar de soldados franceses presos y una veintena de ingleses a bordo. Sobrevivieron 21 hombres, que llegaron a la playa, fueron alimentados en el Ventorrillo El Chato y dieron pie a relatos que salen a flote 210 años después.Las pesquisas del CAS arrancaron en 1999, cuando un buzo, Juan Domingo Mayo, avisó al entonces recién creado centro de la existencia de unos cañones perfectamente visibles en una laja submarina a nueve metros de profundidad. Así arrancaron 10 años de análisis, inmersiones y búsquedas del personal del CAS, un organismo que depende de la Consejería andaluza de Cultura. Los arqueólogos se sumergieron varias veces y comprobaron la existencia de restos de un buque de guerra de época moderna o contemporánea. Enseguida se pensó en Trafalgar. La batalla había dejado tras de sí numerosos hundimientos.
Probar que los cañones encontrados y otros restos eran del Fougueux no ha sido fácil. No en vano ha costado una década. Su investigación se enmarcó en el proyecto Trafalgar, con el que el CAS celebró el bicentenario de la batalla hace cinco años. Se analizaron en laboratorio dos cañones. Aunque se supo que eran franceses, por sí solos no suponían una prueba fundamental. En realidad, la indagación fue una continua acumulación de pruebas sin ninguna concluyente.
En 2006 y 2008 se realizaron sondeos. Estas excavaciones son las que han aportado la mayor parte de las piezas y datos. Gracias a ellos, se identificó la quilla y se situaron la popa y la proa. "Todo apuntaba a que era una construcción francesa, lo que hacía pensar en el Fougueux,pero en esos años había muchos barcos que se construían a la francesa", relata Nuria Rodríguez. Es decir, aunque tenía diseño francés podía ser español o inglés.
El forro externo del barco correspondía también a una factura francesa pero tampoco era concluyente: en la época se dio un intenso comercio e intercambio de materiales. Con la artillería ocurrió lo mismo. Se hallaron 31 de los 74 cañones que tenía el barco, y aunque se demostró que eran de una fundición francesa, tampoco se podía obtener una conclusión clara. "En tiempo de guerra hay mucho trasvase de armamento", detalla la arqueóloga. Ni siquiera las monedas francesas con la cara de Luis XVI permitían ser resolutivos. "Teníamos la cronología pero no una prueba científica para identificar el barco, porque las monedas podían ser robadas o fruto de un negocio".
La respuesta llegó con los botones. Durante uno de los sondeos apareció un conjunto numeroso. Junto a las hebillas, era el cierre más habitual de la indumentaria militar de la época. Buena parte de ellos estaban numerados según el regimiento al que pertenecían los soldados. Los del 79 iban embarcados en el Fougeaux, entre otros.
Pero la culminación de este trabajo no cierra la investigación. Deja la puerta abierta a futuros estudios. Se presumen mucho más restos escondidos bajo las rocas, pero en arqueología subacuática siempre prima más la conservación que la extracción, así que no se excavará más. "Es el principio de mínima intervención", responde la directora del CAS, Carmen García Rivera. Ahora que se sabe la nacionalidad del barco, España debe decidir si lo notifica a Francia. La convención de la Unesco lo recomienda pero no marca una obligación. La notificación es una decisión política. Francia puede querer investigar el pecio pero el Gobierno español no está forzado a autorizarlo.
El País

Sancti Petri y el terremoto de Lisboa de 1755

El pasado 1 de Noviembre de 2017, día de Todos los Santos, se cumplieron 262 años del terremoto de Lisboa. El día 1 de Noviembre de 1755, a las 9:40 horas aproximadamente, la capital portuguesa fue víctima de un apocalíptico terremoto que destruyó completamente la ciudad. A esa hora de la mañana, Lisboa rebosaba actividad por lo que a muchos lisboetas la catástrofe les sorprendió en las iglesias, mercados y edificios públicos que sepultaron a mucha gente como consecuencia de las fuertes sacudidas. 

El terremoto tuvo su epicentro en el océano Atlántico a unos 300 km. del Cabo de San Vicente. Se sintió en toda la península ibérica y parte de Europa y fue seguido de un maremoto que arrasó la costa de Andalucía occidental.

Las provincias de Huelva y Cádiz se vieron sobre todo afectadas por el terrible tsunami que se originó tras el devastador terremoto (945 víctimas en Huelva y 269 en Cádiz).

En San Fernando el terremoto se sintió a las 10:10 horas. La violencia del mar arrasó y destrozó la Casa Estanquillo, el Ventorrillo, una garita y el cuartel junto al arrecife hacia Cádiz. Varias olas reventaron la barra de Sancti Petri, anegando toda la zona y destruyendo casas, barracas y embarcaciones causando 22 víctimas.